Palabras con urgencia

Este comentario es de mi querida colega Arletys González Rodríguez

 ¿Está de acuerdo con el maltrato animal? Yo no. Desde que nací mis padres se encargaron de ensañarme cuánto debía respetar a todos los seres vivos.

Recuerdo que me puse muy triste cuando arranqué una hoja al helecho que mi mamá tenía en casa y me hizo escuchar el llanto de la plantica porque le había removido un pedazo de vida. También recuerdo que aunque vivía en una finca, mis padres me enseñaron a no cazar lagartijas, a no tirarle piedras a los gorriones y a no molestar a Rocinante, el caballo del abuelo. ¿Usted tuvo una educación parecida? ¡No me diga que no me comprende!.

Porque quien no puede comprender soy yo, cuando escucho a mi vecino golpear y golpear a Negrita, la perra con los ojos más lindos del mundo, porque no para de ladrar. ¿Y sabe por qué ladra? Porque está amarrada en un pasillo bajo sol, lluvia y sereno, porque el cuello lo tiene irritado por la cadena tan apretada para que no se suelte. Porque el hambre no la deja dormir, porque tiene que echarse sobre su pipi, porque ni siquiera le limpian el pasillo donde vive. No puedo entender cómo personas así, puedan hacer y deshacer con los animales lo que les venga en gana y a nadie le importe.

Hace muy poco, tal vez una semana o dos, una señora dejó frente al Museo del Humor aquí en San Antonio de los Baños un perrito pequinés, enfermo, y decía que se le partía el alma. Pero lo dejó ahí solo en la calle porque se estaba muriendo. ¿Cómo podemos ser tan insensibles?.

Si decides tener una mascota debes pensar en todas las condiciones mínimas que este acto conlleva. ¿Para qué quieres un perro o un gato en casa, si no lo alimentas, si no lo cuidas de que salga a la calle y un auto lo atropelle?. Si no planificas su reproducción y simplemente ¡si pare boto los perros en el río! Considero que actitudes como ésta, denigran al ser humano. Y no es un tema que resulte ajeno a usted amigo lector. Estoy segura que muchas serán las anécdotas parecidas a estas que le vienen a la mente. Los animales son seres increíbles, y deben ser respetados, queridos y cuidados.

Ojalá, yo pudiera, como decimos los cubanos. Ojalá yo pudiera tener un lugar y condiciones para adoptar todos esos perros y gatos que cada día se cruzan en mi camino y me imploran un pedazo de la galleta que llevo en la mano, se me acercan buscando una caricia, un lugarcito que los refugie de esa frialdad que ya sentimos en las mañanas de noviembre. Ojalá yo pudiera cuidar de esos que diariamente piden a gritos que los proteja, que los mime y les facilite su existencia.

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