Máscara de faraón egipcio maldito escapa de los rayos laser
Escrito por Prensa Latina
La máscara del faraón maldito, Tutankamón, escapó de una sesión de rayos láser, propuesta para reparar los daños causados por la restauración chapucera y subrepticia de un empleado negligente. Muerto en la adolescencia, Tutankamón fue embalsamado con todos los honores, como correspondía a su cargo, insuficiente sin embargo, para librarlo de las conspiraciones palaciegas, que eran una suerte de deporte en la corte faraónica.
Todo el cuidado de los embalsamadores y artistas de la corte faraónica se fue por el tragante debido a la chapucería de los restauradores del Museo Egipcio, que rompieron la barba trenzada de la máscara y lo mejor que se les ocurrió fue pegarla con resina epoxi.
El descubrimiento del desaguisado provocó una tormenta de críticas que el Ministerio de Antigüedades y la dirección del afamado museo trataron sin éxito de capear con diversos pretextos, hasta que admitieron la responsabilidad y emprendieron una purga interna de grandes proporciones.
Sin embargo, el tema de la restauración de la máscara sigue en la mira de especialistas, soliviantados al conocer que la escultura en madera sería restaurada con rayos láser, procedimiento arriesgado cuenta habida su antigüedad.
El hallazgo de la tumba de Tutankamón en los años 20 del siglo pasado dio lugar a una serie de leyendas, la más aceptada de las cuales es que todos los relacionados con su resurrección, por llamarle de alguna forma, morirían de forma violenta.
Una combinación de circunstancias, unida a un apagón nacional en Egipto, el apetito de las masas por los misterios, y una retahíla de películas de patética factura convirtieron al faraón en una celebridad casi cotidiana en la actualidad, similar a la de la llevada y traída Cleopatra, pero en feo.
La cautivadora Cleopatra, que de haber nacido en los dos últimos siglos estaría a pupilo en las revistas del corazón, vivió en un tiempo más cercano y construyó su notoriedad a golpes de seducción y movimiento de caderas con dos césares consecutivos, Julio y Marco Antonio, que no es poco.
Y, para mejor fortuna, no fue embalsamada, carece de máscara mortuoria y el lugar de su tumba sigue siendo un enigma.
La máscara del faraón maldito, Tutankamón, escapó de una sesión de rayos láser, propuesta para reparar los daños causados por la restauración chapucera y subrepticia de un empleado negligente. Muerto en la adolescencia, Tutankamón fue embalsamado con todos los honores, como correspondía a su cargo, insuficiente sin embargo, para librarlo de las conspiraciones palaciegas, que eran una suerte de deporte en la corte faraónica.
Todo el cuidado de los embalsamadores y artistas de la corte faraónica se fue por el tragante debido a la chapucería de los restauradores del Museo Egipcio, que rompieron la barba trenzada de la máscara y lo mejor que se les ocurrió fue pegarla con resina epoxi.
El descubrimiento del desaguisado provocó una tormenta de críticas que el Ministerio de Antigüedades y la dirección del afamado museo trataron sin éxito de capear con diversos pretextos, hasta que admitieron la responsabilidad y emprendieron una purga interna de grandes proporciones.
Sin embargo, el tema de la restauración de la máscara sigue en la mira de especialistas, soliviantados al conocer que la escultura en madera sería restaurada con rayos láser, procedimiento arriesgado cuenta habida su antigüedad.
El hallazgo de la tumba de Tutankamón en los años 20 del siglo pasado dio lugar a una serie de leyendas, la más aceptada de las cuales es que todos los relacionados con su resurrección, por llamarle de alguna forma, morirían de forma violenta.
Una combinación de circunstancias, unida a un apagón nacional en Egipto, el apetito de las masas por los misterios, y una retahíla de películas de patética factura convirtieron al faraón en una celebridad casi cotidiana en la actualidad, similar a la de la llevada y traída Cleopatra, pero en feo.
La cautivadora Cleopatra, que de haber nacido en los dos últimos siglos estaría a pupilo en las revistas del corazón, vivió en un tiempo más cercano y construyó su notoriedad a golpes de seducción y movimiento de caderas con dos césares consecutivos, Julio y Marco Antonio, que no es poco.
Y, para mejor fortuna, no fue embalsamada, carece de máscara mortuoria y el lugar de su tumba sigue siendo un enigma.
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