Parece que la mayoría de los cubanos necesitan de una banda sonora para las tareas domésticas diarias. Lavamos, cocinamos, pintamos con música. Ella es la responsable de añorar tiempos pasados y actividades entre compañeros y familiares. Eso está bien, el problema radica en que involucramos a todos, lo quieran o no, con algo que no tienen por qué escuchar. Seguramente usted ha sufrido en carne propia tal situación, quiere escuchar su música o ver su película, o al menos leer y tiene dentro de su casa al Chacal junto con la pelota, o cualquier otro cantante foráneo. Más que el cine, el teatro o la propia televisión, escuchar música es el pasatiempo favorito que más disfrutamos los cubanos. Está demostrado que somos musicales, no sólo por el sentido del ritmo que tenemos -por aptitudes, hábitos o entorno- sino porque la necesitamos para vivir y mejorar nuestros estados de ánimo pero no respetamos el espacio ajeno. Muchas personas refieren que disfrutan y sien