Cuando los decibeles suben
Parece
que la mayoría de los cubanos necesitan de una banda sonora para las
tareas domésticas diarias. Lavamos, cocinamos, pintamos con música. Ella
es la responsable de añorar tiempos pasados y actividades entre
compañeros y familiares. Eso está bien, el problema radica en que
involucramos a todos, lo quieran o no, con algo que no tienen por qué
escuchar.
Seguramente
usted ha sufrido en carne propia tal situación, quiere escuchar su
música o ver su película, o al menos leer y tiene dentro de su casa al
Chacal junto con la pelota, o cualquier otro cantante foráneo.
Más
que el cine, el teatro o la propia televisión, escuchar música es el
pasatiempo favorito que más disfrutamos los cubanos. Está demostrado que
somos musicales, no sólo por el sentido del ritmo que tenemos -por
aptitudes, hábitos o entorno- sino porque la necesitamos para vivir y
mejorar nuestros estados de ánimo pero no respetamos el espacio ajeno.
Muchas
personas refieren que disfrutan y sienten más la música cuando está
alta, otros pueden enajenarse al escucharla, o expresan que de forma
estridente les da energía. Respuestas burlescas: está claro que no se
piensa en el vecino, el enfermo, el abuelito o el pequeño que debe
cumplir sus horas de sueño.
También
la música en centros recreativos estremece sus alrededores con los
altísimos decibeles que los disc jockey le imprimen. El chofer del
ómnibus con un reguettón pobre de letra pero alto de sonido… el vendedor
de discos de la esquina vocea su mercancía mientras inunda el barrio
con la música que promociona en su bicitaxi… en fin, quedaremos sordos o
padeceremos de insomnio.
Las
leyes están claras. Los organismos responsables de enfrentar la
contaminación sonora, identificados. Falta más acción y menos
complacencia. Aunque cuesta pensar que una multa de cinco pesos va a
espantar los deseos de extravagancia de quien eleva el volumen para él y
sus vecinos sin el menor recato, o crea escándalos a cualquier hora. Se
necesita mayor coacción social para enfrentar esa indisciplina cuando
los muchos exigimos y actuamos y a los pocos se les acaba el terreno de
la impunidad.
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