"Quiero ser un griego más en este coro, aunque haga mutis por el foro y el estreno siempre me dé estrés"… Así recuerdo a mi maestro de primer año, tarareando ese estribillo que no logro precisar a qué letra de canción pertenece. Llega su voz a mi memoria, reforzada por imágenes de ese debut en los tabloncillos, con vestuarios y luces. Las largas noches de desvelo tratando de realizar mi primer análisis dramatúrgico: La casa de Bernarda Alba, texto increíble, pero muy difícil para ser comprendido desde la excelencia de Lorca. Yo era una adolescente de quince años. Entrenamientos físicos que terminaban a punto del desmayo, la ropa comenzó a ceder y mi cuerpo a adelgazar. Esos eran momentos que no olvido. Eran mis propios aplausos para el teatro. Lograr mi primer personaje: el Amante, salido de una brillante historia del dramaturgo Norge Espinosa, fue el premio a tanto sacrificio. Conmigo en el escenario estuvieron Stanislavski, Meyerhold y Brecht. Cono