La honestidad marca la personalidad del individuo

¿Quiénes somos? ¿Cómo actuamos en nuestro hogar el resto de las personas? ¿Qué criterio tenemos de nosotros mismos? Estas y otras interrogantes tendrán puntos convergentes en la respuesta acerca de la honestidad como cualidad, pues ser honestos es vivir en correspondencia con lo que pensamos, nuestra conducta revelará la transparencia de ser con los demás y con nosotros mismos.
Sembrar a nuestro paso por la vida acciones generadoras de relaciones humanas, basadas en la sinceridad como precepto inviolable sin dobleces, poniéndonos a prueba a diario para movernos entre los compromisos y las obligaciones con respcto a la palabra empeñada, teniendo como escudo la sinceridad, la discreción y la seriedad ante las confidencias en la vida personal o profesional, deberá ser la razón de ser de nuestras vidas en los pequeños y grandes momentos, porque desde la niñez se forja la personalidad del individuo.
Es importante y marca la existencia humana la conducta de los hombres y mujeres y si hablamos de ser honestos, entonces no podemos convivir entre murmuraciones de los demás, ni incumplir con el pago de acciones ya sea en obras o en dinero, si en ello empeñamos nuestra palabra, o fijamos el compromiso moral ante los demás.
Debemos vivir esgrimiendo siempre la verdad y comportarnos leales a las normas que marcan la convivencia entre compañeros de trabajo, la escuela y por supuesto, la familia. También se incluyen nuestras relaciones más íntimas o secretos, por lo que nuestro modo de actuar será siempre recto y nos permitirá obrar de forma clara con todos si nos guiamos por la verdad, lo que constituye el primer paso para ser honestos.

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