Escrito por Omar Felipe Mauri
Restaurar: un acto hecho cultura
La restauración y mantenimiento del centro histórico de Artemisa, acometida desde hace un tiempo, levanta esperanzas y júbilo más allá de sus fronteras.
La mayoría de nuestros municipios están urgidos, no solo de reparar algún edificio de interés; sino de emprender proyectos abarcadores y propulsores de futuro. Además de su antigüedad, nuestros municipios han rebasado sus posibilidades habitacionales, el mantenimiento, reposición y crecimiento del fondo habitacional ha sido insuficientes, los servicios se encuentran al límite (acueducto, alcantarillado, viales, transporte y otros) pues no se han expandido al mismo ritmo que los habitantes. Otro tanto ocurre con la limpieza comunal, agravada por la indisciplina social y otras conductas negativas que dificultan el normal funcionamiento de la vida (música escandalosa, agresiones a teléfonos públicos, parques y sitios públicos, daños al patrimonio y un largo etcétera).La restauración y mantenimiento del centro histórico de Artemisa, acometida desde hace un tiempo, levanta esperanzas y júbilo más allá de sus fronteras.
En resumen, nuestros centros históricos se han superpoblado y con ello aumentan sus males. Esto ha hecho de algunas periferias lugares más agradables, limpios y acogedores, lo contrario ocurre en los propios centros.
La necesidad de recuperar, mantener y hacer sostenibles los centros históricos de nuestras pequeñas ciudades crece día a día. Ha sido tema de análisis en instancias de gobiernos municipales y provincial. Las realidades, sin embargo, aventajan a cuanto se ha realizado, siempre poco e insuficiente.
No se trata de construir una vitrina que oculte los abandonos del resto de la ciudad, ni “maquillar” una o dos manzanas dejando intactas las causas que multiplican los problemas. Es preciso crear centros vivos, de cambio de conciencia, de cultura, historia y servicios, que propugnen valores sociales e identitarios genuinos de la localidad y de toda la nación, que sus instituciones, comercios y unidades reorienten y fomenten el desarrollo y la vida de la comunidad, porque sin la iniciativa ni la energía de la población nada será posible.
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