La Buena Fe de Israel
La
Buena Fe de Israel, volvió a San Antonio de los Baños. Volvió para
reunirse con la juventud de la Villa. Pidió permiso y dijo igual que su
disco: “Déjame entrar”. Sin dudas entró, se adueñó de la noche
relampagueante por la amenaza de lluvia. Solo la luz del talento que une
a Israel y Yoel, marcó el ritmo de un sábado intenso. El dúo
guantanamero, trajo consigo el “CATALEJO” que mostró sin reservas, la
reflexión de un nuevo mundo.
La
Buena Fe de Israel, inundó de dicha los corazones de chicas
enamoradas. Cecilias y Bellas Durmientes, amantes de “Casanova”. Los
que coreamos tus temas con la pasión de quien quiere hacer tempestad,
fueron privilegiados. A nadie se le permitió jugar con tu soledad.
“todos nacimos ángeles” y junto a ti cantamos “Sigo cayendo”, mientras
la “Contracorriente” espantaba los “Miedos” de un final que nadie
quería.
“Lo
malo se bota” porque con Israel, supimos que “la culpa” no la tiene
nadie y “Fabelo” dibujó el “Arcoíris” en el “Dial” de cada espectador,
sin necesidad de aplicar el “Pi 3,14”. Llegó entonces la “Despedida”
cuando la “Sospecha” del final, irrumpió en la madrugada del Parque
Recreativo Ariguanabo. Allí, la Buena Fe de Israel, quedó para siempre.
En la Villa del Humor, era el último sábado del verano 2017, ese que pasó a la historia como único y especial.
“Oraré”
por tu regreso, Israel. Te recuerdo que en el público de San Antonio de
los Baños
"Todo el mundo cuenta” junto al concierto de amor y alegría
que regalaste.
El
músico, el psicólogo, el compositor, se mostró tal como es. Sencillo,
conversador, diáfano, lleno de una sinceridad que lo atrapa en cada
letra que escribe, como hacedor de sueños, con reflexiones de futuro.
¡Gracias,
Israel Rojas! Tu Buena Fe nos convoca a recibir septiembre, con nuevos
bríos. Lo haremos a sabiendas que en cualquier “Papel en blanco” se
escribe una canción, una historia, un poema. Volverás, estoy convencido.
Llévate los aplausos de la capital de la cultura en Artemisa. Llévate
también el llanto de emoción y el grito de furia desatada, después de tu
canto. A nosotros, los que estuvimos esta noche de sábado, nos queda el
corazón henchido por recibir tu música.
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